—¿Está gris?
—Sí.
—El gris es bonito, ¿verdad mamá?... ¡No es negro!
—Sí, el gris es bonito… Pero si no corremos, nos vamos a mojar.
—A mi no me importa mojarme, mamá.
—Alba, vamos a caminar más rápido. No te sueltes.
—¡Vale!
Parecen dos marionetas de cuerdas flojas, encogidas. La madre, cargada con las bolsas de la compra, anda como una oca… Pero Alba no sabe cómo se mueven las ocas, nunca ha visto una. La pequeña sonríe al sentir las primeras gotas sobre sus párpados cerrados. ¡Huele tan bien! El parque susurra: al-ba, al-babá, al-ba-babás, al-bas-basf-basf-basfff… cada vez más rápido, demasiado rápido.
—¡El gris no es negro!... ¿Verdad mamá?
—Tenemos que refugiarnos. ¡Llueve demasiado!
Con los ojos entrecerrados, trata de adivinar, en la desdibujada arboleda, un lugar donde cobijarse. Llegan chorreando, descompasadas, como espantapájaros inservibles. La mujer apoya las bolsas sobre la pista resbaladiza. Dos palomas huyen enfurruñadas, sin salirse del templete. La madre coloca a Alba de espaldas a la barandilla, donde en verano, los días de fiesta, toca la orquesta. La peina con los dedos separados para no darle tirones y le aparta los mechones mojados que cubren sus ojos opacos, sin vida.
Desde lejos, las dos figuras grises parecen fantasmas dentro del quiosco mudo, difuminado.
—¡No me gusta, mami!
—¡No me gusta, mami!
—¿La lluvia?
—¡La
oscuridad!
—Pero, la
tormenta no es oscura, Alba… ¡La tormenta es gris!
—Y el gris no es negro, ¿a que no, mamá?
—No, cariño.
¡El gris no es negro!
Petra Acero (04/06/2012)
Hermosa pincelada este relato de una tarde de aguacero. que recuerdos tan gratos me devolviste...
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro mucho, José.
EliminarGracias por tus visitas. Me estoy acostumbrando...
Un beso.
Me ha venido el olor de la lluvia al caer sobre la tierra. ¿Así huele el color gris?... Seguro que sí.
ResponderEliminarUn saludo
¡Hola, Henry!
EliminarAsí es. Creo que una madre se inventaría olores y colores para consolar a una hija.
Un beso.
Discrepo.
ResponderEliminarEl gris es un color insoportable.
Mata en vida y tiñe los días de nada.
Besos.
Ja, ja... Muy bueno, Toro. Es que no me acordé de ti al escribir este relato. Ahora sería distinto... Ahora, Alba tendría miedo del gris, nunca del NEGROOO
EliminarEspero que lo demás no te haya parecido tan gris.
Un beso negro, negro
Tú no eres gris.
EliminarTodo lo contrario.
Eres luz.
Suertuda...
Pues a mí me gustó la pregunta y me gustan los grises,"No temais a los grises de la naturaleza", indicó un prestigioso pintor.
ResponderEliminarUn beso,
Martha
Hola, Martha. Un placer tenerte por aquí.
EliminarEl gris, como dices, es un color muy rico, con tantas tonalidades distintas... Cálido o frío. Escala de grises...
La pregunta es más una pregunta de confianza que de color... pues la niña es ciega.
Un beso grande, Martha.
No había reparado en que la niña era ciega. Quizás porque yo también prefiero el gris al negro. El gris es más vivo, es rico en tonalidades, no es absoluto como el negro. La ceguera absoluta es negra y oscura. Algo terrible para un niño.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este diálogo.
Un abrazo.
Gracias Sara. Casi has utilizado las mismas palabras que le he dicho a Martha: las tonalidades del gris abarcan un abanico tan grande de posibilidades frías o cálidas...
EliminarLa ceguera tiene que ser terrible. Por eso he hecho ese pequeño juego de colores hacia alguien que no los ha visto nunca: una forma de dibujar el miedo, la resignación.
Un beso grande.
Oh qué hermosura...
ResponderEliminarLa escena enamora: la hija tendrá los ojos opacos, pero tiene un corazón y una vitalidad cantarina, transparente... como el agua que escucha mientras su madre le pasa los dedos por el cabello.
Un abrazo Petra :)
Hola, Ximo!!
EliminarMe alegra que hayas percibido esa personalidad en la niña. Porque la vitalidad y confianza a "ciegas", de la que hablas, es a la que elle se quiere agarrar: a la claridad, a la imaginación, al juego del gris... A todo lo bueno que le rodea, y que solo ve a través de la ternura de su madre.
Un beso...
En este mi rincón en su casa, que agradezco, que he hecho rancio, con su permiso, estoy rodeado de gris. Me siento a gusto en el gris: gris claro y saludable; gris difuminado y ventoso; gris tostado y tormentoso.... Me puede el gris, pero...se acerca al negro.
ResponderEliminarDesde el negro, el gris es vida; puede ser "el color".
Mis respetos.
P.D.: "La peina con los dedos separados para no darle tirones", imagen cotidiana, instante recreado, átomo de vida bien reflejado, un nanorelato como diría alguno de sus seguidores.
Don Melanio, esta casa ya no sería la misma sin su notable presencia.
EliminarEl gris da mucho "juego", siempre lo ha dado; es cálido o frío según queramos...
"La peina con los dedos separados para no darle tirones", usted lo ha dicho: reúne toda la relación de cariño y ternura entre la madre y su hija. Me conmueve que un hombre como usted detecte esos detalles tan maternales, ¿femeninos?
Un saludo, y agradecida por su visita, Mariscal.
¡Ay, qué triste! Me empapé de melancolía con este gris que no es negro pero que lo es.
ResponderEliminarAbrazos dobles.
Lola, es un honor comprobar que ojeas este gris cálido. Un gris con ilusión de claridad y necesidad de confianza. Un gris desbordado de ternura e inocencia...
EliminarVamos, ¡que me alegra mucho tenerte por aquí!
Un beso grande.
Este que nos regalas es un micro cargado de intensidad emocional, Petra. Destacable el modo en que logras la construcción de tus personajes, sobre todo el de la niña, que se explica con máxima elisión.
ResponderEliminarMuy buen trabajo.
Un abrazo,
La voz infantil, busca el refugio materno en la claridad del gris que no ve, pero que personaliza como protección, refugio, calidez,... Un juego de ternura coloreado por una niña ciega.
EliminarMuchas gracias por tu confianza, Pedro.
Un beso.
Me gustan los días de lluvia, me encantan, me gusta el cielo muy gris, gris plomizo, huraño, me encantan los relato sobre recuerdos de niñez; me encantas tú y como escribes.
ResponderEliminarbeso luminoso.
¡Ángela! Ya te echaba de manos...
EliminarA mi me encanta, ver por aquí, esa mirada tuya intensa y cálida.
Muchas gracias por tus palabras "grises" tan bonitas...
Un beso a todas luces.
Los diálogos con niños son tan enriquecedores, tienen tantas enseñanzas, más cuando provienen de alguien que sabe valorar realmente lo esencial, la ausencia de luz enaltece cualquier color, por feo que pueda parecer el gris.
ResponderEliminarGrandísimo relato.
Hola, Sergio.
Eliminarla candidez, la inocencia, la sorpresa, la emoción de la voz infantil me encanta. Jugar con los colores personalizando todo eso, me resultaba un ejercicio atrayente... Sobre todo mediante la mirada una niña ciega.
Muchas gracias por tus palabras.
Espero que lo que hayas visto por aquí, te anime a volver.
Un abrazo.
Triste y gris, casi negro. Me ha gustado mucho Petra.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Rosa, el aire te da una perspectiva privilegiada. Tu posición, elevada, te permite una visión ampliada, perfecta...
EliminarVer a la pareja desde el aire, como marionetas desorientadas entre la lluvia... debe de ser como tú dices: triste, gris, casi negro...
Un beso desde aquí abajo, siempre mirando a tu cielo...
Me gustó el texto, vengo de husmear en algunos nuevos blogs y el tuyo ha sido una grata sorpresa. El color gris era el favorito de mi padre.
ResponderEliminarUn beso y un café, que siempre viene bien. Te sigo, si?
Muchas gracias.
EliminarEl gris se puede conseguir sumando casi todos los colores; no es necesariamente un tono cerca del negro o un porcentaje de este.
Gracias por el café, te tomo la palabra.
Un beso. ¡Claro que espero que me sigas...! Sería muy buena señal.
Muy tierno y muy plástico; se pueden "ver" todas las tonalidades del gris: desde el más cálido cuando la peina, hasta el más frío de esos pequeños ojos opacos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Nieves.
EliminarGracias. Eso pretendía: la gama de los grises en emociones.
Un beso.
Muy bella tu prosa Petra. Desde la primera pregunta de la niña ¿está gris? ...me imaginé que darías fuerza y esplendor a una niña ciega. ¿Y sabes?, lo has hecho fenomenal, con esa pregunta obsesiva y repetitiva que te lleva a crear un personaje muy especial y muy tierno.
ResponderEliminarMe gustan las comparaciones que has utilizado : espantapájaros y ocas. Y también esa mano que la peina para descubrir sus ojos opacos ...
Un abrazo de colores.
Gracias, Laura. Me alegra que te guste. Que aprecies la ternura de la madre al despejar unos ojos que no importa que estén tapados.
EliminarQue ese continuo preguntar por el "gris" es un continuo desear seguridad, compañía, continuidad de la voz materna, del poder y la confianza de la persona que, para ella, lo ve y lo sabe todo...
(Ahora, cuando te leo, escucho tu voz).
Un beso para ti: escritora, dibujante, locutora.
Me gusta este diálogo, las respuesta de esa madre mientrás peina con su dedos el cabello de su hija cieja, y las preguntas de la niña que sabe que siempre serán contestadas por la madre. Muy hermoso como lo han "dibujado" tus palabras.
ResponderEliminarBesitos
Gracias, Ely. Quería plasmar la confianza que todo niño tiene por su madre, la admiración, la necesidad... llevada al extremo de ver por sus ojos. Y la ternura al mentir para calmar, para dar confianza a la persona que depende de ti.
EliminarUn beso tierno, para ti.
Petra, destila una melancolía todo el relato, que empapa com la lluvia. Esa pregunta de la niña que se repite, es como la música de fondo de una película triste italiana. Además, no sé por qué, la voz de la niña me ha recordado a la cadencia de "La guerra de papá", basada en El Principe Destronado, de Delibes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es la música de fondo, muy buena apreciación, Miguelángel. Es el repiqueteo continuado del miedo. La necesidad de que le confirme, su madre, que no pasa nada, que todo está bien. Es el hilo conductor del relato. El reflejo de los miedos, de las carencias físicas, de la dependencia,... Y contra eso actúa y reacciona la madre con toda la ternura del mundo: con los dedos separados, para no darle tirones.
EliminarUn abrazo grande y... delicado.
Petra:
ResponderEliminarEs la primera vez que vengo a tu blog, me sorprendió el nivel del texto, creo que hay muy buenos escritores en este universo bloguero.
Con tu permiso, me quedo como seguidor.
Un abrazo.
HD
Pues me parece fenomenal, y espero que lo que sigas viendo te anime a volver cada vez...
EliminarUn abrazo para ti, Humberto, y muchas graciassss.
Que hermosa obra. Y la haces parecer muy simple, pero tiene matices emocionales tan fuertes y bien llevados que me tomaron por sorpresa. De inicio me sacaste una sonrisa mostrando la dulce inocencia de Alba. Luego el carcajeante momento de la danza de la oca bajo la lluvia, le siguió la ternura ante el amor de una madre prodigándole protección a su nena y obviamente el conmovedor final que me dejó un nudo en la garganta.
ResponderEliminar¡Gracias Petra Acero!.
Juan Carlos, encantada de tenerte aquí, y encantada de tu comentario. Una sinopsis estupenda, ante la cual nada debo puntualizar.
EliminarMe alegra que te haya gustado el relato, que te haya llegado como me cuentas. Que hayas pasado por esos estadios que señalas. Es tan importante que saber que alguien disfruta, sufre o siente "algo" con lo que se escribe...
Un abrazo.
Muy bueno el juego del color negro como representación de algo que nunca se dice, tiene ese buen toque final que me gusta a mi.
ResponderEliminarun saludo vaquera!
Hola, vaquero. Cuando alguien quiere creer, cree hasta en los colores.
EliminarQué tal va tu relato de "A doble o nada". Ya estoy esperando para continuarlo...
Un beso, aunque con ese pañuelo negro das miedo.
La segunda lectura me hizo disfrutar aún más los sentidos de Alba. El olor y los susurros del parque.
ResponderEliminarHermoso relato, Petra.
¡Saludos!
Hola, Sergio. Me alegra saberlo.
EliminarLa ternura, la fe en las palabras, en los gestos y las caricias es el refugio del que no puede ver. La dependencia, la confianza en la madre se simboliza en el color gris que ella no conoce.
Un abrazo.
Me causó ternura al percatarme de los ojos opacos sin vida...
ResponderEliminarCoincido con los que adoran cualquier color, cada uno tiene su matiz y su momento. Solo hay que saber mirar y admirar. Fantástico relato. Besos!
Hola, Paloma.
EliminarPara gustos: los colores, ¿no?
Mirar o admirar. Muy bueno. Incluso admirar o imaginar por los ojos de otra persona.
Muchas gracias por acercarte hasta aquí.
Besos.
Muy buen blog Petra, encantador lo que nos relatas. Felicidades. Te seguiré visitando. saludos desde Conil ( Cadiz) . ve mi blog
ResponderEliminarHola, Jesús. Me alegra que te guste lo que has leído.
EliminarClaro que veré tu blog.
Saludos.
El sentimiento me ha atrapado. Bonito. Me ha puesto triste.
ResponderEliminarInma, qué bueno verte, con todo el trabajo que tienes. Muchas gracias.
EliminarNo es triste. Es tierno. Es inventar una realidad "gris" para que alguien (tu hija) no tenga miedo. Es dar cariño y confianza...
Que me alegra mucho verte. Pasaré por tu casa.
Un besooo
Qué delicia, Petra!
ResponderEliminarPrecioso relato, sutil... muy, muy bonito, felicidades.
Ya me pasaré a leerte en más ocasiones.
Un abrazo.
Te esperaré...
EliminarMuchas gracias, Fernando.
Me gusta tu foto.
Un abrazo.
En primer lugar, Petra, decirte que has entrado como un tsunami en este "grupo" de microrrelatista, y en las dos vertientes, escritora y comentarista. Sospecho que te habrás dado cuenta de la suerte que tienes (tenemos) de haber echado las redes por estos mares.
ResponderEliminarEn segundo lugar, infórmate que escribo muy poco, por eso publico dos o tres veces al mes. Y escribo poco porque el que mucho aprieta poco abarca (esto me lo acabo de inventar). Además, yo era más de relatos que de microrrelatos. Leo muy despacio y comento más despacio aún. Ya me gustaría a mi tener mucho que publicar.
Ya ahora tu relato:
El dialogo fluye con mucha naturalidad. La primera vez que paso por "nunca ha visto una oca" y "parpados cerrados" no le doy importancia, parece natural. El narrador se sobrexpone con el sonido de la lluvia, quizás falte algo como "a Alba le susurra...". No sé. La insistencia del gris-negro me hace pensar que es demasiado insistente. Me gusta la imagen de los espantapájaros, se visualiza la escena del templete. ¡Zas! ¡Ojos opacos, sin vida! Como lector me produce un calambre, ¿qué he estado leyendo?, releo y se detectan claramente las pistas que has dejado: la niña es ciega. El giro del relato lo es también mental, felicidades, escritora. El diálogo final es un ejercicio de rebeldía delicada: no le gusta ser ciega. Tremendo. Me parece que nos vas a dar buenos relatos, Petra.
Venga, nos leemos.
¡Hombre, Ximens! ¡Benditos los ojos! (esto, yo, también me lo acabo de inventar:) No sé si serás lento en tus comentarios, pero es de agradecer lo profundo que eres. Personalmente, siempre me he creído más las críticas (constructivas) que los halagos, pues soy bastante exigente, pero gustan y animan.
EliminarLlevo poco tiempo escribiendo, pero he descubierto que es como cuando dibujo (esto lo hago desde pequeña), pero plasmando las ideas en imágenes mentales, para que el lector las vea, las toque, se mueva entre ellas, se acerque al detalle o se aleje para apreciar el conjunto. Y disfruto, y le dedico tiempo, y disfruto y se me pasa el tiempo... y me alegro de haberos conocido, y os leo y comento, y me río y os dedico tiempo, y disfruto con vosotros y aprendo... y dibujo para ilustrar relatos míos y de nuevos amigos. Y todo eso tú, "lento observador", lo aprecias y lo valoras... y yo te lo agradezco, porque "es de bien nacidos ser agradecidos" (esto también me lo acabo de inventar:).
Un beso, Ximens.
Muchas gracias por pasarte y por tus palabras tan alentadoras.
Te seguiré... esperando.
Han dicho casi todo...cosas de llegar tarde. Seré escueto, pero sincero: Enhorabuena.Merece la pena leerlo más de una vez.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, CDG. Que tú digas eso me ilusiona muchísimo.
EliminarUn beso, te sigo leyendo.
Hola Petra. Te devuelvo la visita que me has hecho y me sorprendo gratamente al leer tu micro. Es de los que me gustan: la lluvia melancolizando y diálogos frescos de por medio, muy dinámicos (ni un solo "dicendi") que casi consiguen, si no estás atento, pasar por alto esa injusta ceguera infantil. Toque de ternura y dosis de prosa lírica que en ningún momento resulta "recargada".
ResponderEliminarEnhorabuena, Petra. Me verás más veces por aquí.
Fran, me alegra que hayas venido. Encantada con tus palabras.
EliminarTrato, como acabas de señalar, de no cargar con aclaraciones o incisos que realmente no necesite el lector (como esas muletillas de los "quién dice qué", aveces innecesarias entre dos personajes y que rompen el ritmo del diálogo).
Gracias, Fran. Nos veremos en ambos bolgs.
Un abrazo.
Hola Petra, no sé ni cómo he llegado a tu rincón.
ResponderEliminarPues debo decirte que tu relato está muy bien contado, personalmente adoro los relatos que dejan espacio a la imaginación, si bien escribo fundamentalmente poesía, he publicado algunos micro relatos y es una rama que me gustaría profundizar en el futuro.
Esta niña preguntona, ávida de conocer los colores que nunca ha visto, es un personaje bien construido y real, que bien podría calificar como arquetipo.
Te deseo suerte en lo que haces y seguiré participando de tu rincón, si me lo permites.
Besos al alma.
Hola Paula. Encantada de que hayas llegado hasta aquí.
EliminarComparto tu gusto por ceder una parcela de participación al lector. Esta niña preguntona, como la mayoría de los niños, nos ha unido, y seguro que seguiremos en contacto.
Muchas gracias por tus palabras.
Un beso, Paula.
Hola Petra! Me ha encantado este relato. A pesar de la tristeza que inspira cualquier sufrimiento de un niño,has sabido paliarlo con la figura de la madre. Refleja seguridad, confianza, tranquilidad, ternura...todo lo necesario para que a través de sus ojos, su hija "sienta" el mundo sin miedo. ¡Difícil papel!
ResponderEliminarSerá cierto eso de que "el amor mueve el mundo"
Gallinita, cuánto tiempo!!
EliminarMe alegra "ver" esa mirada tan bonita, transparente y viva por aquí.
Gusta saber que lo que pretendemos al escribir, lo que deseamos transmitir llegua. Y vuestos comentarios son la señal o el reflejo de que eso es así.
Quería que el personaje de la madre, representando la dedicación y el cariño, como tú bien dices, contrarrestara el miedo, el desconocimiento, la deficiencia física de la niña.
Como otras veces he dicho, y hoy más especialmente por el tema de la ceguera... Gallinita Ciega tienes un buen ojo.
Un beso. Y "como el movimiento se demuestra andando", te deseo mucho amor. Con el mío ya puedes contar.
Hasta la semana que viene, Gallinita (... espero)
TU RELATO ESTA LLENO DE SENTIMIENTOS
ResponderEliminarNO ME PUEDO QUEDAR CON UNA PARTE DE EL
ME GUSTA TODO
Transmitir sentimientos, emociones, estados de ánimo, penas o sufrimienros, pero sobre todo amor, ternura, entrega,... Y de eso, una abejita, con la función tan importante que realiza, sabe mucho.
EliminarMuchas gracias por sacar tantos ratos para acercarte por este campo, que siempre ha sido tuyo...
Un beso muy grande.
Hola Petra, me gustó que el gris no sea negro. Es un mensaje de esperanza que llega desde la oscuridad desconocida, esa que asigna colores a estados de ánimo, y la niña es eso, esperanza y luz, la misma que refleja su madre.
ResponderEliminarGracias por el relato. Abrazos
Hola, Arte Pun. Gracias por tus palabras.
EliminarLo que señalas referente a la asociación de colores con estados de ánimo llevas mucha razón. He tratado de reflejar eso, materializándolo en la fe que tiene en el gris; para ella luz claridad: algo bueno y bonito; lo contrario de la oscuridad y el miedo.
Un beso y una sonrisa:)
Lo siento, Petra, pero en esta ocasión no voy a comentar tu relato.
ResponderEliminarDesde tu blog me dirijo hoy a Gallinita Ciega.
En primer lugar, no me resisto a repetir aquí tus palabras: "La figura de la madre refleja seguridad, confianza, tranquilidad, ternura...todo lo necesario para que a través de sus ojos, su hija "sienta" el mundo sin miedo. Será cierto eso de que "el amor mueve el mundo".
Yo conozco a una madre así. Una madre, que en momentos difíciles, no se rindió. Una madre que, desconsolada por dentro, tuvo todo lo necesario para mantener la esperanza; para reflejar esa seguridad, confianza, tranquilidad y ternura, que su hijo necesitaba.
Yo conozco a una madre así. Una madre, que sabe lo que es SUFRIR por un hijo, una madre que sabe lo que es DARLO TODO por un hijo.
Lo más grande de esta madre que conozco es su humildad. Cuando da, cuando sufre...le resta importancia; como si fuera algo natural. Nunca la he escuchado quejarse, ni lamentarse... Parecería que su vida ha sido un camino de rosas. Porque ella nos hace ver las rosas y resta importancia a las espinas. Lo que ella tiene es un DON.
Yo tengo la suerte de conocer a una madre así.
Yo también. Te refieres a mi hermana,... que sin tener los mismos apellidos es también la tuya.
EliminarYa lo has dicho todo.
Siempre hay una causa que funciona como motor de nuestra invención, de nuestra creatividad. En mi caso son todas mis vivencias junto a mi familia (que es muy grande). Todo está almacenado y va escurriéndose en los relatos, como en los dibujos, como en las opiniones o los gustos o los deseos y los sueños... Pero siempren tienen un origen que se refleja, que nos refleja, sin darnos cuenta.
Mi familia es mi DON.
Vaya relato Petra, me llevaste por una historia que parecía solo tierna y la rematas con un final tremendo.
ResponderEliminarTus colores dibujan una escena que puedo ver.
Gracias por este regalo.
Un abrazo desde el otro lado del charco.
Me gusta contar otra historia que explique la situación narrada. El lector descubre, al final del relato, la verdadera perspectiva o el motor que mueve a los personajes a actyar como lo hacen. O al menos eso es lo pretendo,... aunque no siempre lo consiga.
EliminarUn abrazo, Moli.
Muhas gracias.