Piedra y Acero

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Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

23 de enero de 2012

La bombonera


Nunca contuvo dulce alguno, ni desempeñó la función que le correspondía. Siempre vacía, sin nada dentro. Hueca, coqueta y vulgar. Contrastando con el sobrio aparador de líneas rectas y formas angulosas que la acogió desde su llegada. Los polos opuestos se atraen o se dan de hostias. Menudo regalo tan ridículo. ¡Una bombonera cursi y emperifollada! De formas ostentosas, entrelazadas con un cordón naif, que más que unir estrangulaba. Llamativo envoltorio de imitación; pequeña panzuda en permanente ayuno. Desproporcionada boca, hambrienta de deseos, cubierta por un cristal tallado que transparentaba la nada, el vacío.

Recuerdo que en un primer momento me fascinó; me pareció extravagante, provocadora y atrevida. Lo poco convencional del regalo me atrajo; llamaron mi atención sus formas ingenuas y redondeadas. Animó mi aburrida normalidad asfixiante. Quise quedármela desde el principio. Poseerla como único coleccionista. Su maleable oro y el precoz arcoíris de su belleza despertaron mi juvenil deseo de antaño, mi rebeldía contra lo correcto, lo formal. La bombonera dorada adornó mi salón… y mi dormitorio.

11 de enero de 2012

El internado


⎯No llores. ¡Vamos a salir de aquí! 
La recuerdo sentada en el borde de la cama, con su pijama nuevo de dibujitos granates, el mío era en tonos azules, y sus permanentes gafas de pasta (solo se las quitaba para dormir, a veces se le olvidaban y se despertaba con ellas puestas; en la ducha, apuraba hasta que se le empañaban). Lloraba sin hacer ruido. Tan indefensa y sola, en la habitación desnuda, que me parecía mucho más pequeña que yo, y más bajita que nunca.