Piedra y Acero

Mi foto
Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

30 de noviembre de 2011

Mi hermana gemela


Detrás del enorme eucalipto de cuento, con corteza dos tallas más grande que el tronco, salió Ángela, mi hermana gemela, con su “¡uhh!” característico, como saludo fantasmal, dándome un susto de muerte. Siempre hacía lo mismo. Era su juego preferido. En lugar de enfadarme con ella, como cuando las dos éramos pequeñas, me agaché para abrazarla. Lágrimas adultas enjuagaron la sorpresa de mis ojos. Estaba como la recordaba: riendo, corriendo y jugando; con los calcetines enrollados a sus tobillos y las rodillas llenas de marcas. ¡Otra vez juntas!... después de tantos años.

23 de noviembre de 2011

Estirpe de Lunas


—Lúa, no llores. La luna es fría. Mantente como ella, te salvará. 
—Quiero estar contigo… y quiero mi pelo. ¡Parezco un cuervo desplumao! 
—¡No mires al suelo! Tu pelo crecerá. —En torno a Lúa, los mechones van formando un nido negro de mal augurio. La abuela lo deshace, con su pie izquierdo, para que no se cierre el círculo—. Siempre estaré contigo: aquí y aquí. —Toca la frente y el pecho de su nieta que, como merengue recién horneado, huele a dulce—. Tienes que durar por las dos. —Y le corta otro mechón de su melena negra. 
—Quiero quedarme contigo, abuela. No se atreverán. Necesitan tus remedios. Te envidian; algunos hasta te temen…

19 de noviembre de 2011

Acero fundido



ACERO FUNDIDO (por Petra Acero)

A veces, el trabajo lo hacen otros. Otros a los que únicamente tienes que mirar, leer, para aprender, para disfrutar, para pensar, para vivir otras vidas. Ese acero fundido enriquecido, tratado, trabajado con maestría para mejorar sus propiedades físico-químicas (textos que el lector convierte en palabras, ideas y sentimientos. Pensamientos que surgieron como tales, y el escritor plasmó en letras, en texto…). Un circuito de comunicación inagotable. El acero es un material dúctil, maleable, tenaz, suelda con facilidad, buen conductor eléctrico, imán permanente, incombustible,… Como un buen libro leído. Ya no hay quien lo pare, aunque lo queme.

18 de noviembre de 2011

La carnicera



La carnicería era suya. Para conseguirla había vendido y comprado todo tipo de carne, incluso la reflejada en el espejo que tenía enfrente, en la suite “Princesa de Éboli” de Barcelona, donde efectuaba transacciones de lujo.

La primera vez que se vendió ya no sintió nada: aceptó dinero por nada.

Manos con magia


Cuando mi tía Encarna nos decía que iba a hacer flores, segregábamos saliva como el perro de Pavlov. La tía Encarna creaba flores como un hada con su varita mágica. A nosotras, las que más nos gustaban eran las que se podían comer: sabían a churros con azúcar. También confeccionaba flores de lana o de perlé con ganchillo, y flores de papel maché que coloreábamos juntas. Flores de tela y de cuentas de colores. Flores con agujas de tejer. Y minúsculas flores sobre un mundillo lleno de alfileres, donde sus manos seguían un ritual enloquecido y experto: cruzando hilos y bolillos; dando forma, por arte de magia, a doradas, cobrizas y plateadas flores, como si de adornar un vestido de princesa se tratara. Mi tía Encarna era la maga de la familia.

PITI Y "PETA"


Nunca la volveré a ver. No pensé que se pudiera extrañar a un animal que, de haber entrado muerto en casa, nos lo habríamos comido escabechado, como tantas otras veces que mi padre volvía hecho un cristo del monte, alterando la estética reluciente de la cocina de mamá. Papá exponía sus trofeos de caza menor en periódicos del sábado, sobre el gres rústico, pisado de puntillas.
En dos partes de aceite por una de vinagre, la palidez de la carne escabechada contrastaba con el negro aceitoso de canicas de pimienta, cruel alegoría de perdigones que traían las presas a mi plato, durante prehistóricos domingos otoñales de veda abierta. Como mala hierba entre pureza y luto (no todo es blanco o negro) emergían con rabia indomable (antes quebrarse que doblarse) enormes hojas verdes, impregnando de olor a laurel el escabechado gelatinoso: “¡Lo comes o no hay postre!”.


17 de noviembre de 2011

Cualquier novia


“Cuento Kitsch”                                                                                

No es una chica cualquiera en un día cualquiera. Cualquier martes no siente el corazón revolotear como jilguerillo enjaulado. Cualquier catorce de mes, su nacarada sonrisa, no irradia el arcoíris de determinación que hoy embellece su delicado rostro de virgen barroca. Cualquier mañana no se siente como la más deseada de las reinas, entronada sobre su dulce panal de miel y rodeada de un poderoso enjambre de zánganos encelados. Hoy es un día especial. Hoy hará realidad su sueño de hace un año. Como cualquier día, pero hoy más que ninguno, anhela el encuentro con su amado; como el sol busca la noche, y el día difumina la luna irremediablemente: con ansiedad y dulzura, con fuego y ternura.

13 de noviembre de 2011

El verdugo




Desde hace una semana, cada noche, lo busco en lo alto de las escaleras mecánicas. Al contraluz de las farolas reconozco su silueta desde abajo, desde la penumbra de la boca del metro. Subo, paso a su lado: el olor a desinfectante y humo de pipa me asaltan un instante. Entre la gente no me da miedo. Hoy, para observarlo, me quedo frente al escaparate de los coches de Scalextric. Lo pensé ayer, vigilándolo desde la zapatería. Cada día arriesgo más, pero si me mira o noto algún movimiento sospechoso, doblo la esquina y me alejo a paso firme y rápido, que no vea en mí, una presa fácil. Parece un matón a sueldo o un drogadicto.

11 de noviembre de 2011

¿Solo un pico?


No lo tenía que haber hecho. ¿Hice o solo dejé hacer? El protagonismo me importa muy poco. Es el porqué lo que me sorprende. Disfruto de una pareja estable. No entiendo mi comportamiento. ¿Y mi zozobra de ahora?, o... ¿es bienestar lo que siento? Voy a arrepentirme el resto de la noche. ¡Lo sé! Recuerdo las sentencias de las películas: “Por los agravantes de nocturnidad, premeditación y alevosía se le condena a…“. Estoy seguro que de alevosía y premeditación, nada de nada, pero nocturnidad… ¡Vaya comedura de coco por un pico!

La vanidad de la gárgola



Había una vez, hace seis siglos, una gárgola que quería ser humana. Despreciaba sus garras esculpidas en granito, su joroba de escamas, sus desproporcionadas orejas y el ridículo cuerno que deformaba su frente. Desde su privilegiada posición, en la catedral, podía observar y participar en la vida de la villa. Mas lo que hasta hacía unos meses le resultara fantástico y único, ahora le parecía ridículo y vacuo: escupir a truhanes y mendigos; calar a hidalgos y holgazanes; mojar bonetes, capas, mantos y sayas; incluso lo que más le divertía entonces y donde más agua derrochaba: jugar con los niños, mientras sus risas desdentadas y hambrientas se mezclaban con chapoteos descalzos, ingenuos, pícaros o maliciosos... Pues, desde Pascua, se pasaba las horas muertas, como su cuerpo de piedra, contemplando los vanos ojivales del palacio ducal, frente a la catedral, donde un día descubrió al ser más extraordinario que, en su centenaria existencia, contemplara jamás.



6 de noviembre de 2011

¡Llora, por favor!



ANADIPLOSIS

Ayer te fuiste. Te fuiste para no volver. Volver a vivir vacía por dentro. Dentro de mí ya no queda nada. Nada nació de mí. Mi agonía revive las tinieblas de tu cuerpo. Cuerpo pegajoso recibido con angustiosas caricias violentas,... que no consiguieron hacerte llorar.

                                                                                                                              (Petra Acero)


                                     

Epifanía demoledora






Estoy dejando de fumar. El otro día, al apagar el cigarrillo, dibujé una cruz de ceniza y... tuve una revelación: “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Entendí por qué no habíamos tenido hijos, Javier y yo. Llevamos once años casados y lo hemos intentado todo, excepto echar un polvo. Siempre hacemos el amor, nos queremos demasiado.


(Petra Acero, 05/11/2011)