Piedra y Acero

Mi foto
Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

30 de abril de 2012

A veces, el silencio es la peor mentira


Le entregué el vaso roto. Me miró a la cara: 
—¿Has sido tú? 
—No, mamá, habrá sido Nacho. 
Me salió sin pensar, por costumbre. Mi hermano Nacho tiene dos años. Él todavía no lo sabe, pero es mejor mentir que callar. Además, mamá se enfada menos cuando es Nacho el que rompe algo, lo tengo comprobado. Así que dije que había sido él. 
—Elena, sabes que no se debe echar la culpa de nuestros actos a otros. 
—¡Claro, mamá!... 
—Bueno, lo importante es que has venido a traer el vaso roto. Eso ha estado muy bien, Elena... 

Cuando mamá era pequeña, jugando a las enfermeras con Lucifer, derramó lejía en el suelo del baño, y para que no la regañara su madre (ahora es mi abuela), se fue corriendo a su cuarto, y no dijo nada de la lejía. Más tarde, al entrar la abuela en el  baño, resbaló y se golpeó la cabeza con un taburete. ¡Se hizo un chichón enorme! La botella de la lejía seguía en el suelo, destapada. Como en casa solo estaban mamá, la abuela y Lucifer, las culpas fueron para él, pues mamá era demasiado pequeña para alcanzar la lejía que estaba en la repisa de la bañera (eso creyó la abuela).... Muy enfadada, la abuela desterró a Lucifer al garaje (que como un monstruo malo, no paraba de maullar),... y mamá no dijo nada. Lucifer estuvo castigado sin subir a casa durante mucho tiempo. ¡Una eternidad!, según mamá. Pero ella seguía callada. Cuando por fin se atrevió a contar la verdad, la abuela le dijo que a veces, el silencio era peor que la mentira, pues había ocasionado dos males en lugar de uno: su golpe en la cabeza y el castigo del pobre Lucifer. 
Por esto mamá prefiere que le cuente las trastadas que hacemos mi hermano y yo. Así lo puede solucionar antes de que los males sean mayores, eso dice ella. Como Nacho todavía no habla, no me acusa a mí,… pero ya aprenderá. 

Gracias Anita (Ana Navarro Martínez) por el relato.  
Petra Acero (31/04/2012)

17 comentarios:

  1. Una buena moraleja. También creo que es mejor contar las cosas, porque al final todo se sabe y, a pesar de la regañina, valdrá la pena evitar un mal mayor.

    Pobre abuela y pobre Lucifer.

    ¡Un saludo, Petra!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Virginia.
      Las moralejas, como los refranes convienen recordarlos de vez en cuando.
      las cosas sencillas, a veces encierran grandes mensajes.

      Lo importante: que me alegro de tenerte a mi lado. Bueno, a nuestro lado (este blog es la casa de una gran familia)

      Un saludo grande.

      Eliminar
  2. ¿El silencio es la peor mentira????????
    No estoy de acuerdo. Si vas a mentir, es preferible que calles. Pienso que el crédito se pierde más con la mentira que con el silencio.
    El que calla se siente culpable, pero no es capaz de afrontar la verdad. Le falta valor, pero no aprecio en él ánimo de engaño.
    Cuando mientes tienes voluntad de engañar. Estás jugando con la credibilidad que en ti tienen depositada los otros. Quien miente engaña al otro y termina creyéndose su propia mentira. Para quien se siente engañado será difícil volver a ser crédulo con el mentiroso, la sospecha se interpondrá entre ambos.

    ResponderEliminar
  3. Vaya nombrecito que le has endosado al gato...
    Al principio parece que Lucifer es el hermanito pequeño con el que juega a las enfermeras, con lo cual todavía resulta más cruel. Seguro que está hecho a propósito.
    Y la foto, inquietante. Presagia un relato de terror. Después todo es tan inocente..., que igual me he perdido algo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amapola, Amapolilla, Amapolita, Amapolína,... Respira, otra vez,... muy bien, así... ¿Ya estás mejor?
      Es un cuento, es un momento mágico. Es una experiencia dentro de un personaje. Una vida marcada por un hecho del pasado. Que trata de exculparse en su posterior filosofía, hecha a su medida; y que inculca a sus hijos, para que a ellos no les suceda lo mismo. Para que ellos no sufran el remordimiento, la cobardía que a ella le ha marcado... Y así se siente buena persona, buena madre.
      Por esto, como relato es redondo, está justificado, cerrado en sí mismo. Luego, cada lector lo descifra, lo interpreta, lo acomoda, lo encasilla e incluso lo termina según su imaginación, sus gustos; según su idiosincrasia, sus sentimientos, su escala de valores, sus penas y glorias... según su personaliodad o como le de la gana que para eso somos libres, y para eso (sobre todo) se ha molestadao en leler el relato.

      Pero tú ¿estás bien, tranquila y feliz? Porque eso es lo importante, lo que me importa a mí (y que me sigas leyendo y haciendo comentarios).
      Un beso, Amapola.

      Eliminar
  4. Me parece la transposición de un cuento de viejo a estos tiempos modernos. Lo he copiado para contárselo, quizá algo "adornado", a mis nietas al calor del fuego de la chimenea una de las noches que se queden a dormir en mi casa. Reúne las características del cuento al uso con su parte instructiva e incluso con su tema profundo de fondo (nunca mejor dicho: profundo-fondo), como es el dilema inventar para salvar el pellejo o callar, con sus defensores y detractores (la huida es la mejor defensa, es preciso salvar el honor y afrontar los errores de cara, hay que salvar la situación en provecho propio y luego ya veremos, lo mejor es aguantar el chaparrón hasta que escampe y luego salir al sol con la cabeza bien alta, lo que ahora parece blanco o negro quizá mañana sea gris, ..)
    Lo del gato no es tan grave, quizá estuvo mejor en el garaje, con más posibilidades de encontrar ratones ...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Don Melanio, imagino esa atmófera, ese ambiente de cuento típico: un abuelo rodeado, al calor de la chimenea, de sus expectantes nietos con la boca abierta,... tanto como sus ojos crédulos e ilusionados por las historias que solo los abuelos saben contar. Me gustaría disfrutar de ese escenario que nos dibuja tan bien, don Melanio (aunque menos vieja que usted, claro), desde el otro sillón orejero de enfrente, tratando de cerrar mi boca y no hablar (cosa harto dificil), creyéndome, como los pequeños que nos rodean, su voz antigua, cavernosa, adornada...
      Pero lo que más me ha llamado la atención es que hayamos coincidido en el trasfondo del cuento, en lo inocente y complicado de "la mentira infantil".

      Un placer, Mariscal.

      Eliminar
  5. Es increíble cuánta razón tiene, callar puede tener consecuencias muy malas. Este relato es digno de un premio.
    Un beso, Petra.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Ciudad-ana, ¡Cuánto tiempo!
      Me alego de "verte". Yo también creo que es un buen cuento (con su moraleja). Un cuento educativo, sencillo, sin pretensiones. Casi una fábula... ¡De premio!
      Felicidades ciudad-ANA.

      Un beso.

      Eliminar
  6. Pués claro que el "silencio" no es una buena opción y, más si cabe, cuando la vida te lo pone fácil y tienes a cuatro personas para elegir entre ellos al culpable de turno.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, monte Orbea! Que no eres hijo único, ¿no?.
      Eso de tener a cuatro donde elegir al culpable está bien (pocas personas tienen tantas posibilidades para salir airosos...). Además, las culpas compartidas saben a menos... Y ¿cómo lo hacías? ¿Qué criterio seguías para elegir a uno o a otro de tus hermanos? ¿Daba resultado o tu madre no se lo tragaba?
      Bueno, que casi todos estamos de acuerdo con la protagonista del relato. Es mejor hablar, contar algo que te saque del atolladero,... luego, Dios dirá.

      Saludos Orbea.

      Eliminar
  7. Menos mal que tienes a lucifer, siempre es bueno tener a alguién para endosarle las culpas sin importancia...me ha gustado...un besote

    ResponderEliminar
  8. Gracias, Fibo. ¡Ya lo creo!... si luego no te roe la conciencia.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  9. Por otro lado, el silencio es la tortura más inteligente que conozco. Pienso que quién sabe manejar los silencios a la perfección, tiene un don. En el relato está claro que es otro tipo de silencio, como ya comentaban antes algunos pupilos tuyos, cobarde.
    Un minipunto para esos relatos sencillos que ya escribes y ya sabes que me gustan,

    un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Solo lo hago por ti, aunque ni lo notes, ni me ESCUCHES cuando te cuento las cosas... Menos mal que me caes bien. Akaki Akakiévitch, y que todavía no has perdido tu capote. Ya sabes que me dan miedo los fantasmas.
      Un saludo, vaquero.

      ¡Ah! Que me alegra que te haya gustado.

      Eliminar
  10. Muy divertido. Desde pequeño, aprendiendo lógica.
    Salu2.
    Javier.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La voz infantil siempre me sorprende.
      Te voy a echar de menos si te vas...

      Un beso.

      Eliminar