Piedra y Acero

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Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

14 de marzo de 2012

Cristina, Jorge y Midas


Cada vez que se movía, iba a saltitos. Tendría que dar pena o risa, pero su rítmica cojera le confería un aire gotoso de dignidad. Cristina lo miró, se sentó sobre la tumbona, junto a las sillas de plástico apiladas en un rincón del garaje (lo usaban de trastero, almacén o punto limpio, como lo llamaba Jorge). El pastor alemán, a la "paticoja", sorteando cajas, leña, macetas, estanterías sin montar... siguió a su dueña.
Cristina le indicó un lugar a su lado, y Midas se sentó, después de dar tres vueltas como una peonza despuntada. Lo acarició y le habló como siempre, pero Midas notó que ese día era distinto: un día raro. Los ademanes lánguidos y flojos de su dueña le revelaban que algo no iba bien. Midas sintió un escalofrío, se revolvió, sacudió su pelo como cuando se mojaba. Cristina olía a pantano, a tormenta: ¡No era buena señal! Acercó el hocico y le lamió la mano. De repente se incorporó, husmeó por los rincones, hasta que detrás de la caja de herramientas sacó su pelota. La dejó en el regazo de Cristina, se separó y ladró dos veces, sin perder de vista su juguete. “¡No, Midas!, hoy no vamos a jugar”… Cristina lanzó la pelota, y mientras el perro cojeaba en esa dirección, ella corrió en sentido contrario, huyendo del garaje por la puerta interior.

Jorge, en la entrada de casa, preparaba el coche. Tenía que meter el trasportín en el maletero, así que aprovechó para ordenar y limpiar los trastos que acumulaba en el todo terreno. Eso le mantendría ocupado hasta que llegara la hora. Sacó dos cestas y una navaja para los níscalos, un paraguas, una garrafa de agua, dos chubasqueros, la manta y el cuenco de Midas (estos los guardaría en su punto limpio).
Abrió el portón del garaje. Midas salió a la calle, parecía estar esperándolo. Se le acercó como una bailarina practicando su danza preferida: con delicadeza, esfuerzo y entusiasmo. Jorge se sintió mal, falso, traidor, un verdugo. No tenía alternativa, eso le habían dicho. Era maligno: la ecografía y la biopsia lo confirmaban. Amputar la pata solo alargaría unas semanas, quizá unos meses, la vida de Midas. Había desarrollado metástasis en los huesos.
La alegría del perro contrastaba, grotescamente, con la batalla emocional de Jorge. Cris estuvo animándolo esa mañana: que él no tenía la culpa, que era su obligación facilitarle una muerte digna; que ella estaba a favor de la eutanasia; que no quería oírle más tonterías sobre judas y traidores o lobos y corderos; que al fin y al cabo solo era un perro; que peor sería si les hubiera pasado a ellos; que los animales no tienen sentimientos ni penas como las personas; que… “¡No te preocupes más, Gordi!”. Y que se fuera ¡ya!

Mientras Jorge sube el transportín de Midas al coche, las cortinas del salón tiemblan bajo la mirada de Cristina.

(Petra Acero. 14/03/2012)

12 comentarios:

  1. y tambien lo vivo yo, como si fuera mi perro

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    1. Apicultora, ¡qué rápida!
      Me encanta ver que te estás aficionando a mis relatos. Es bonito saber que tras una pantalla estamos en contacto. Espero ganarte... relato a relato, para que te conviertas en una asidua del blog.

      Aún te quedan muchas historias pasadas que leer...
      (Ya he visto tu comentario en "Seísmo emocional")

      ¡Gracias! No te olvides de mi.
      Un saludo, Apicultora.

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  2. Qué sensación tan mala el sentir que estás traicionando a alguien que quieres, aunque sea un perro.Y cómo utilizamos mecanismos de defensa para intentar aminorar el sufrimiento,la culpabilidad... . En definitiva, intentamos justificarnos a nosotros mismos que lo que hacemos es lo correcto.
    Has sabido plasmar perfectamente esa comunicación y relación "afectiva" que existe entre el animal y sus dueños. Se entiende esa sensación de rabia, vacío y frustración por no poderlo solucionar. Pero; no sé si por consuelo, me quedo con la frase de Cristina: "Es solo un perro"

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    1. Hola, Gallinita.
      Todo es relativo.
      Todo es importante o no según nuestra propia escala de valores... Luego vienen esos mecanismos mentales que nos fabricamos para "sobrevivir" con el menor sufrimiento posible, justificando nuestras decisiones y actuaciones, como tú mencionas.
      Todo tiene un segundo enfoque en cuanto lo miran otros ojos.

      Saludos.
      Gacias por visitarme, Gallinita

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  3. Destaco esta frase que me ha gustado y creo que muestra el relato: "La alegría del perro contrastaba, grotescamente, con la batalla emocional de Jorge"

    un saludo señorita!

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  4. Me gustan los perros. Cuanta más gente conozco más me gustan los perros.

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  5. Tres soledades ante una misma situación. Cada uno lo vive interiormente a su manera: Midas desconcertado; Cristina triste, desolada, lánguida, apenas puede soportar el momento; Jorge esconde su "batalla emocional" mientras organiza y prepara.
    Midas trata de conectar con Jorge y Cristina, pero para ellos resulta imposible porque ya ha comenzado el duelo por la pérdida de Midas.
    Cristina y Jorge sufren porque saben lo que va a ocurrir porque han tenido que valorar los pros y los contras y tomar una decisión difícil y dura, pero la que han considerado mejor para ellos y para Midas. Midas es quien sale peor parado, no sólo porque vaya a morir, sino porque él no ha podido decidir sobre sí mismo y además desconoce la realidad a la que se enfrenta.

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  6. Ahora una crítica a la autora:
    Para mi gusto sobra:
    "gotoso" : CREO QUE NO EXISTE ESTE ADJETIVO Y RESULTA DEMASIADO REBUSCADO Y EMPALAGOSO.
    (lo usaban de trastero, almacén o punto limpio, como lo llamaba Jorge).(estos los guardaría en su punto limpio). NO HAY NECESIDAD DE DESCENDER A TANTO DETALLE.
    Cris estuvo animándolo esa mañana: que él no tenía la culpa, que era su obligación facilitarle una muerte digna; que ella estaba a favor de la eutanasia; que no quería oírle más tonterías sobre judas y traidores o lobos y corderos; que al fin y al cabo solo era un perro; que peor sería si les hubiera pasado a ellos; que los animales no tienen sentimientos ni penas como las personas; que… “¡No te preocupes más, Gordi!”. Y que se fuera ¡ya TODO ESTO YA SE INTUÍA Y DESCENDER A HABLAR DE JUDAS Y TRAIDORES Y LOBOS Y CORDEROS Y QUE SI LOS PERROS NO TIENEN SENTIMIENTOS... ME GUSTABA MÁS INTUIR LA BATALLA INTERIOR QUE VERLA ESCRITA. Bueno, ya me dirás que opinas de la crítica.

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  7. Me encanta el comentario que ha hecho Monte Orbea: Directo, claro y conciso.

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    1. La RAE dice:
      gotoso, sa.
      1. adj. Que padece gota (‖ enfermedad en las articulaciones). U. t. c. s.
      2. adj. Cineg. Dicho de un ave de rapiña: Que tiene torpes los pies por enfermedad.

      Amapola, no entiendo cómo puedo echar tanto de menos tus comentarios...
      Realmente todo lo que Cistina habla para Jorge, se lo está diciendo a ella misma. Autoconvenciéndose con un discurso repetitivo, "machacón", ratificando su decisión (decisión que les duele a ambos).

      Monte Orbea, Monte Orbea... ¡Tantos pensamos como él!

      Saludos Amapola. Todas vuestras opiniones las tengo en cuenta, aunque no siempre se note

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  8. Me entristecio leer tu relato porque me recordo a una amiga que ya no esta.
    Tambien era un pastor aleman. Yo la recogi de la calle, donde vagaba abandonada. Paso varios años con nosotros pero un dia nos dimos cuenta de que tenia un quiste (la excusa perfecta para que mi padre se deshiciera de ella)
    No se como lo hizo pero encontro el camino a casa despues de ser abandonada por segunda vez.
    La ultima vez ya no volvio. Yo la acaricie durante todo el camino. Ella ya lo sabia, no quiso subir al coche como siempre. Lo ultimo que recuerdo es verla corriendo detras del coche por la carretera. No quiero pensar que fue de ella ni como se sintio al verse abandonada por tercera vez.
    El sentimiento de culpa todavia me acompaña. Yo era tan solo un niño pero deberia haber hecho algo por impedirlo. Ahora tengo la certeza de que quien me acompaña paseando a mi lado mientras escribo estas letras pasara el resto de sus dias conmigo y que nada le ha de faltar pues el, con su amistad sincera me entrega mucho mas de lo que yo le doy.

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    1. Hola, Anónimo. Quien tiene perros sabe que se ha creado obligaciones: darles de comer, sacarlos a pasear, acariciarlos, enseñarles, cuidarlos,... (lo sabe tan bien como el que no los tiene). Pero lo que no se puede imaginar quien no vive con un perro es lo que el animal te da.
      Me alegra que tengas un buen amigo a tu lado.
      (Un secreto: yo tengo dos. A uno le tuvimos que amputar una pata para que no se le extendiera el cancer... Y sigue tan feliz corriendo entre nosotros, con su pelota amarilla entre los dientes, para que se la volvamos a lanzar).

      Saludos, Anónimo.

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