Piedra y Acero

Mi foto
Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

1 de febrero de 2012

Seísmo emocional



Estrangula, con su manita derecha, una especie de caracol amarillo, baboso; de cuerpo flácido y cuernos a modo de bufanda. Torpemente, se levanta del suelo, luciendo el desinflado trofeo. Cruzamos nuestras miradas. Descubro su dulce sonrisa de hoyuelos tambalearse hacia mí. Desvío la vista, y espero que mi indiferencia cambie el sentido de su bamboleo hacia la derecha: donde su padre se desentiende ojeando una revista.
Los niños son previsibles cuando no resultan una caja de sorpresas. Devoran nuestro mundo hedonista y narcotizan nuestra libertad. “Ya te acordarás de esto cuando tengas hijos”, “Cuando seas madre lo entenderás”. Lo entiendo mamá. Entiendo tu debilidad, tu falta de generosidad para salvarme. Lo entendí hace años. Ahora, soy como tú.
¡Qué duro e ingrato renunciar a una vida confortable y segura por una niña! No sufro la carga de un hijo ni me marcan sus ataduras. Soy tan libre como tú, mamá. 

El pequeño se apoya en mis rodillas y me obsequia con el globo chupado, esa espacie de condón amarillo demacrado. Mamá, deseo lo mismo que tú: que no me molesten los niños. Tus ambiciones ya son los mías. Un hijo anularía mi independencia, frenaría mis metas. He llegado tan alto como tú. Por eso estoy aquí, esperando a que me llamen.

—¡Un globo muy bonito!¡ ¿Eh?... ¡No, no, para ti! ⎯Lo desanimo en su generoso ademán. No quiero que me acerque la goma desmayada que boquea entre sus dedos. ¿Qué les sucede a los juguetes de los niños? Parecen víctimas de algún accidente y estar agonizando. Como Blue, el osito descolorido y tuerto que me acompaña en cada mudanza. 
—¡Sopa! ¡Sopa! 
—No entiendo lo qué dice… —me dirijo al padre que continúa leyendo sin prestar atención a mi angustia; mientras su hijo, con ternura pegajosa, apoya el globo amarillo en mi falda de limpieza en seco. 

La sala de espera se congela a mi alrededor. Un sofoco helado tensa mis músculos y alerta mi cerebro. Disfrazo mi ira, finjo tolerancia: necesito generar empatía. Las cinco personas que esperan su turno en la sala, como actores de cine mudo, dibujan muecas que me hablan de comedia, tragedia y suspense, pero ninguno se aventura a romper el silencio negro que me oprime. 

Con mi disfraz de transigencia, cojo lentamente el juguete chupado de mi falda. Tendré que lavarme las manos antes de entrar en la consulta. Lo despego de mi diseño de alta costura. El que llevaré a la tintorería. El elegido para la presentación del nuevo producto Donavelle
Todo un éxito esta mañana. El presidente y altos ejecutivos del laboratorio, junto a invitados asiduos, han enriquecido y adornado —si eso es posible— el entorno del Palacio de Cristal. Flores, rasos, gasas y sedas combinados con reflejos y brillos de metacrilato y acero; colores salvajes y perfumes suaves. Los cinco sentidos atrapados y llevados al límite. Una presencia irreal, subliminal e irremediablemente física para secuestrar la atención de los invitados y focalizarla hacia nuestro producto. Polvo de estrellas titilando sobre las populares cabezas: temblando, acariciando el ambiente, contaminándolo de brillo; como un vaho de hadas en un cuento donde los deseos se cumplen. Fustes de globos nacarados engarzados en espiral y coronados por capiteles de escarcha plateada: un palmeral ingrávido. Un escenario de ensueño, espectacular, diseñado para captar consumidores. 

—Perdone. ¿Le está molestando? 
El padre se ha levantado del sillón situado a mi derecha, y perplejo (eso quiero interpretar) arranca el higo amarillo que cuelga entre mis dedos índice y anular, mientras agarra el brazo de su hijo, separándolo de mis rodillas. Agachado, a la altura del niño, espera mi respuesta. 

—¡Ana María! ¿Ana María Urquijo?
Me levanto, sonrío al público que no he convocado y me dejo guiar por la enfermera. 

—¿Quieres hablarme de tu padre, Ana María? 
—Mi padre… Papá desapareció llevándose mi infancia. 
—Ana María, ¿qué recuerdas de tu padre? ¿Cómo te sentiste cuando os abandonó? 
—Recuerdo los golpes huecos de la tierra muerta. Odié a los dos hombres que la arrojaban. Sepultaron los cuentos, los abrazos, los juegos que papá inventaba para mí… Acababa de regalarme a Blue. Mamá, en su loca tristeza, confundía su dormitorio de matrimonio con el cuarto de invitados. Me tuvo que internar en el colegio, no podía ocuparse de mí, viajaba continuamente. Los niños son como lapas o sanguijuelas: te succionan tu tiempo, tu vida… 
—No me refiero al marido de tu madre. ¿Qué recuerdas de tu verdadero padre? De tu padre biológico. ¿Mantienes contacto con él? 
—Doctor, creo que hoy no tenía que haber venido. Los amantes de mamá siempre han sido asunto suyo.

(Petra Acero 01/02/2012)

14 comentarios:

  1. Joder! que habilidad para engarzar frases, que bien pudieran ser "partes" de distintos relatos, consiguiendo conformar una historia rica en contenido.

    ResponderEliminar
  2. Hola Monte Orbea. Es lo que tiene un "Seísmo", que remueve demasiado...

    ResponderEliminar
  3. Me ha gustado mucho el relato. El modo de intercalar varias historias en una sola ha sido estupendo. Por otro lado, me he imaginado a un familiar en el lugar de la protagonista, en una sala de espera y que, de repente, un niño se le acercara con algo chupeteado. Seguramente hubiese dado varios gritos.

    ResponderEliminar
  4. Pues justamente, yo también pensé en una persona en particular al escribir el relato, que de haberle pasado esto (con su falda de limpieza en seco), no hubiera podido disimular su mal humor...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Interesante final. Original la forma de hilar ideas.
    Sigue así. Yo seguíré leyéndote
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. ¡Cómo cuesta sacar a la luz lo que duele!. Es mejor pensar que éso no es nuestro problema, que es de los demás. Pero seguirá ahí pegado hasta que sea capaz de hacerle frente. Aunque a veces es más cómodo adoptar la postura más fácil como hace tu protagonista.
    Todos lo hacemos alguna vez! O muchas!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Gallinita. Muchas gracias por dedicar parte de tu tiempo a leer lo que escribo, y además comentarlo.
      Sí, eso quería transmitir, lo que tú mencionas: "el esconder el ala", no afrontar problemas, carencias,...
      Una forma de autodefensa, de supervivencia.

      Un saludo.

      Eliminar
  7. Me ha gustado el relato.
    Cuentas verdades que escondemos.

    ResponderEliminar
  8. Muy bien escrito, también me encanta como se apritan los labios y se abren los ojos de la protagonista y luego giran a derecha e izquierda como preguntando sin hablar a los espectadores que no miran: ¿esto me está pasando a mi?
    Sencillamente bueno. También la niña que se niega a regar el presente con lágrimas del pasado.
    Por otro lado sobra estilo, sobre todo hedonismo, narcotiza, condon amarillo demacrado; no sé, esas pinceladas de color brillante "enriquecen y adornan más -si cabe-" el relato, que ya estaba suficientemente adornado.
    Desde mi casona helada en estos días, con manta sobre las piernas, sosteniendo una taza de te humeante, le envio un caluroso saludo.

    ResponderEliminar
  9. Petra, para que no sigas haciendo trabajar más a tu imaginación, y la dejes descansar antes de dormir:...mi casona, está a tu disposición.

    ResponderEliminar
  10. Doña Petra, siento decirle que no he entendido nada. Mucha poesía y musicalidad, pero el fondo del asunto se me pierde. No tengo la cabeza para tanto lío.
    Lo que sí alcanzo a comprender es el significado de "suplantar". A buen entendedor pocas palabras bastan. Y los que no lo entiendan es porque tienen la conciencia limpia y cristalina, cosa que no todos los de este blog pueden decir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amapola, ¡Nos ha salido peleona, usted!
      Está bien lo de meter caña...
      Se tratan de muchas emociones "contraídas" des-asimiladas, in-aceptadas, cubiertas por sedimentos emocionales contradictorios: SUPERVIVENCIA CIEGA.

      Saludos, "conciencia limpia"

      Eliminar
  11. NO TENGO PALABRAS

    PETRA ACERO,TU VALES MUCHO.

    EN MAYUSCULAS

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Apicultora, me alegro muchísimo que disfrutes con mi trabajo. Solo por eso me siento recompensada: porque "llegue" a la gente lo que escribo. Transmitir de forma original o distinta, en forma de cuento, de relato es gratificante para el escritor, pero ha de representar algo similar para el lector; una relación recíproca, si no algo falla. Tus palabras me confirman esa relación especial entre emisor y receptor.
      Gracias por leerme...
      ¡Estaré esperándote en cada relato!

      Un abrazo.

      Eliminar