Me dejé matar por dinero, para que mi familia tuviera algo que llevarse a la boca. Engañé a los buenos con mi odioso disfraz despótico. Mientras ellos me asesinaban, el verdadero dictador huía a un lugar confortable y seguro. Pero no me arrepiento de mi traición. Aquí abajo no hay favoritismos ni dictadores ni familias influyentes. Aquí, las almas malas me tratan como nadie lo había hecho nunca... ¡Esto es vida!
Petra Acero (17/11/2012)
Amparo:
ResponderEliminarMuy bueno.
Al leerlo no pude abstraerme de "Sueños y discursos", del genial Quevedo.
Escribir sobre el infierno y los demonios en plena Inquisición no era cosa para un cualquiera...
Mucho menos lo era la presencia de nobles en las filas de condenados.
Aun pienso si algunos impresentables, que se dice están muertos, no emplearon el ardid que mencionas.
Un gran abrazo.
Resulta tan irónica esa expresión "esto es vida" estando en el infierno...
ResponderEliminarMe ha gustado tu texto por esa reflexión que encierra. El bien y el mal diluido entre mentiras.
Besos.
No llego a captar este micro. Después de leer los comentarios, aún lo entiendo menos.
ResponderEliminarBesos de tu amapola.
Vivir sin favoritismos, aunque muerto, debe ser extraño. Por la ausencia de favoritismos digo.
ResponderEliminarUn abrazo, Petra.
La última frase se cuela en ese ambiente infernal y traduce la proeza de ese hombre que se disfraza de dictador para que el auténtico salga de rositas.
ResponderEliminarAl menos, su familia, que igual no tenía culpa alguna, tiene algo que llevarse a la boca. O eso opino yo.
Un beso Petra.
Una apuesta arriesgada la suya, pero qué no ser hará por evitar el hambre de los más allegados!!
ResponderEliminarUn final contundente, que hace pensar, sobre todo en la vida.
Un abrazo
A mí me ha dejado sin aliento el principio, como te lo digo. Al final he respirado, puf, no es tan malo el cielo (si estás muerto)
ResponderEliminarUn beso, Luisa
Cuantos no habran tenido que hacer lo mismo a lo largo de la historia...
ResponderEliminarAl menos se está calentito.
Bueno micro, Petra, un abrazo.
La vida puede llevar o llevarnos a infinidad de desiciones y ¿quién sabe si antes tenía vida? ¿Quién de nosotros puede asugurar ciertas cosas o desiciones?
ResponderEliminarMe gusta leerte.
Besicos muchos.
Allí no tendrá que preocuparse por morir, puede "vivir" sin preocupaciones.
ResponderEliminarBesos
Hasta que llegue el suplantado, después...jajaja.
ResponderEliminarNo sé yo si de ahí le podrán largar a patadas.
¡Qué de cosas se hacen por amor!
Un abrazo.
Petra, engañar al mundo por salvar una vida puede ser loable, pero me da a mí que en este caso el objeto de esa mentira es alargar la existencia de un indeseable. Ese infierno apunta muy bien, y al parecer lo tratan como un rey.
ResponderEliminarBuen relato.
Abrazos.
Hya más sinceridad en el infierno que en la tierra. eso lo tengo claro.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que tu protagonista cambió un infierno por otro, que al parecer le cayo mejor. Muy bueno, me deja pensando.
ResponderEliminarUn abrazo amiga.
Parece que en el infierno no se vive tan mal, quizás por eso nos lo venden tan malo, para que no queramos ir y quedárselo ellos. Ahora me explico por qué los que mandan están siempre haciendo méritos para ir al infierno...
ResponderEliminar¡Ah! la crisis, que tamiza todos nuestros pensamientos...
Me gusta tu relato, como siempre, aunque divague o quizás por eso.
Un abrazo
EL título lo dice todo; bueno, casi todo...porque ahí abajo, como dices...Me gusta esa idea macabra del infierno como paraiso comparado con estos lares.
ResponderEliminarUn beso.
Bueno dejo la vida terrenal para adentrarse en la verdadera vida, supongo...
ResponderEliminarbesos.
O que ella tenía alma de diablo y allí encontro el amor de su vida, porque vamos, no me lo explico...
ResponderEliminarNo obtanste muy ingenoso, y lo del título tiene su "no se qué".
Interesante.