Piedra y Acero

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Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

29 de agosto de 2012

Mi tío Víctor


Hasta el 24 de agosto tuve un tío al que durante toda su vida le llamamos Víctor. En su entierro la gente se extrañaba que don Félix, el cura moreno, alto y joven, que ofició el sepelio utilizara el nombre de Miguel. Una persona del tercer banco se levantó y tocó el brazo de mi primo José Luis:
—Jose, ¿qué pasa? Se está confundiendo. Está llamando a tu padre “Miguel”.
Mi primo, con su habitual sonrisa y sus ojos azules descoloridos por el dolor, se giró y le miró complaciente, con ternura de padre (la que él había perdido ya para siempre).
—Sí. Está bien. Era Miguel.
Don Félix no dejaba de asociarlo al arcángel, al patrón del pueblo, a san Miguel. Mientras a sus familiares y amigos nos chirriaban los recuerdos y el cariño hacia una persona desunida a ese apelativo vacío.
 
Cuando mi tío Víctor nació en el pueblo vecino a este, donde casi ochenta y ocho años después le estábamos enterrando, su padre (mi abuelo José) se acercó al ayuntamiento a registrarlo.
—¿Qué pasa, José? ¿Qué ha sido: crío o cría?
—¡Un chaval! Un mozo. Sano y grande.
—Pues, bien que me alegro. ¡Sí señor! Que se necesitan manos fuertes para sacar la familia a delante... Y qué ¿Cómo le ponemos? ¿Cómo el abuelo?
—Sí, sí. Al primero, como el abuelo. Ya vendrán más.
Una conversación sencilla, que lió toda la vida de mi tío Víctor. A partir de ese momento nadie le llamó por el nombre con el que le inscribió el secretario o la persona que llevara los registros de los nacimientos en el pueblo. Pues en este diálogo campechano entre compadres, cada uno se refería a un abuelo. En los papeles legales, mi tío Víctor aparece como “Miguel”.
 
Hace unas semanas, a mi tío Víctor, que como predijo el abuelo José, era un hombre alto y fuerte (tan parecido a él), le atacó la bacteria fascitis necrotizante. Una patología que se caracteriza por la descomposición de los tejidos blandos y de la piel. Es más conocida por su nombre de guerra: la bacteria “come carne”. Se dan pocos casos en su versión asesina. La mala suerte ha querido que uno de esos casos raros haya sido el de mi tío Víctor Martínez Acero.
 
Petra Acero (29/09/2012)

A mi tío le recuerdo sonriendo, como a sus dos hermanos (mi padre y mi tía Antonia). Parecía que su vida fuera un camino de rosas, pero nada más lejos de la realidad, solo que él así la convertía para los demás.
Un beso muy grande a mi prima Vanesa, que vivió toda su vida con él y compartió su última sonrisa.
Amparo Martínez Alonso.
Ahora sabéis de dónde viene el apellido de mi blog: de la familia de mi padre.
 

23 de agosto de 2012

Como una película de miedo


Hola, amigos... O tendría que llamaros contrincantes???? Seáis quienes seáis los que recojáis el guante en este nuevo duelo: ahí está arrojado, rozando vuestras mejillas, abandonado a vuestros pies... Sois libres de aceptar o huír con la vergüenza a vuestras espaldas. Yo me lo pensaría. Meditaría un enredo, una trama que solo dificultara la acción del siguiente contrincante para hacerle sufrir, hacerle sudar sangre entre las letras. La cobardía no tiene cabida en este torneo. Todos los participantes saldrán ganando, pues... ¿quién sabe dónde se halla la gloria? Desde luego, más cerca de aquel que acepta el reto y participa en la contienda.
¡Combatientes! Por un GRAN RELATO: ¡A vuestras armas, escritores! Saludos y bienvenidos a todos. ¡Comienza la batalla!...

Esta invitación la acabo de lanzar en "A doble o nada", un blog que surgió entre dos amigos, y que se va ampliando "combate" tras "combate". Si os apetece daros una vuelta por el torneo, allí nos veremos las caras.
Para participar solo escribir la continuacón del relato en el apartado comentarios, el resto es trabajo de los mozos de armas.

Petra Acero(23/09/2012)

21 de agosto de 2012

El Ojo de la Suerte

El azul marino desborda de amor mis pupilas verdes. Hoy, gota a gota, me lleno de esperanza.

Ayer, desde lo alto del faro me creía poderosa. El mar nos respetaba, estaba a nuestros pies. Mi vida discurría como una fácil adivinanza:
—Por el día azul y por la noche todo luz. ¿Qué es?
—El faro —contestaba yo.
—No, tonta: ¡el mar! —me corregía, orgulloso, mi hermano Juan.
Juanito era dos años mayor que yo, y había heredado el ojo de la suerte de nuestra familia: el ojo azul. Siempre el izquierdo. El derecho podía ser verde (como los dos míos) o gris (como los de la abuela) o color miel (como los de mamá). Pues nunca, una mujer había tenido el ojo de la suerte familiar. Solo los hombres, solo los fareros tenían un ojo azul marino.
Contaban que el ojo de la suerte tenía el color del mar porque conocía sus secretos. Por eso cuando, aquella noche, Juan no adivinó la fatídica jugada que ahogó a siete pescadores, la suerte huyó de mi familia.

Hoy, con mi hija recién nacida, mecida entre mis brazos, lloro contemplando su ojo izquierdo: azul marino… Y espero, con ansiedad, que abra el otro.

Con este micro participo en Esta noche te cuento (2º Certamen de relato corto). Puedes leerlos aquí. El tema este mes de agosto es "Azul marino"

Amparo Martínez Alonso
Petra Acero (21/08/2012)

Muchas gracias al jurado. 

9 de agosto de 2012

2 Historias de portería



Las casualidades, las coincidencias, los hados o las conexiones mentales existen. Y he conseguido un ordenador "normal" justamente cuando La Esfera Cultural publica mi relato Nervios de Acero.
Presento una comunidad de vecinos anormal, diferente, irreal... Con un protagonista raro, un loco, un exaltado, un carbón. Si os parece original podéis marcar g+1, como si jugaseis a los marcianitos :)

Imagino que mañana o pasado mañana (qué seguidos, ¿no?) se publicará mi otra opción de comunidad de vecinos, así podréis comparar: Nuestra casa no tiene nada que ver con la propuesta de hoy. En la diversidad está la riqueza de la creación de vidas y mentiras...

Espero que cada propuesta, cada historia os remueva fibras diferentes, sentimientos casi opuestos.

Un beso de Amparo Martínez Alonso.
Un achuchón de Petra Acero.