Piedra y Acero

Mi foto
Soy como la PIEDRA: firme y resistente,... pero me deshago en ensoñaciones, y ¡me agrieto por contarlas!, por ayudarlas a escapar, a escurrirse como el ACERO fundido; relatando, en su huida, vidas inventadas y verdaderas mentiras.

19 de marzo de 2018

Lola



Cuando Elsa me abandonó, el ritmo de mi vida adquirió una cadencia monótona, pendular, como ese columpio oxidado que nadie quiere empujar… Además, ¡extrañaba tanto a nuestra pequeña Lola! Por eso decidí reclamar la custodia compartida. 

Elsa se presentó con su abogado de siempre: su padre, mi mentor (un señor obeso, vestido de luto, con pinta de vicario de la Edad Media o la posguerra española; uno de esos abogados que, profesionalmente, en un baremo del cero al diez, conseguirían un doce), a quien nuestro divorcio le resultó pan comido, y quien, tras el mismo, me invitó a abandonar el puesto de trabajo que ocupaba en su bufete.

Pero, hoy, la Ley se inclinará a mi favor: Lola no es una de las muchas pertenencias de la familia de Elsa… Y, sobre todo, el cariño de un perro (perrita en nuestro caso) no entiende de méritos legales ni posición social. 


Este relato ha sido seleccionado en el mes de marzo, en el Concurso de Microrrelatos sobre Abogados, que organiza el Consejo General de Abogacía Española
Hacía mucho que no subía al blog los micros que me han ido seleccionados en este concurso... 
¡Pues ahí va este último! 
Las cinco palabras clave a incorporar en el relato son las que aparecen en negrita en el mismo.




12 de marzo de 2018

Arte Tóxico


Ha venido todo el pueblo, además del frío viejo que nos acompaña cada invierno. El último en marcharse fue don Benancio. Hablamos de tu rara enfermedad. “Los caminos del Señor son inescrutables”, se justificó, antes de remangarse la sotana y abandonar el cementerio. Ahora estamos tú y yo solos. 

 “¡Gana el que aguante más tiempo el frío!” ¿Recuerdas cómo me retabas? Tú inventaste el juego y tú ganabas. ¡Tan fuerte, tan valiente! Después, como buen hermano mayor, calentabas mis manos con tu aliento (veladura cálida que difuminaba el ocre de la tarde). Hasta aquel día en que, enredada en los ribazos, la nieve desdibujó los caminos y la frontera del lago. “Ven, pisa, que no te hundes”, me engañaste, saltando sobre la tierra firme. Anduve por el hielo y gané… estos muñones. ¡Maldito seas! Enterraste mis sueños, como hoy te entierro yo a ti. Tuve que abandonar los lienzos, pero me afané en los colores. Con paciencia practiqué en tu taza de desayuno, sobre todo en los bordes: azul de cobalto y blanco de plomo. El amarillo de cromo y el rojo de cadmio vinieron después, en tu plato, en tu jarra preferida... Figuras toscas, deformes como mis manos. 

Este relato fue uno de los cinco relatos ganadores de ENTC en noviembre de 2017, y que aparece en el nuevo libro en papel Aletreos, el cual acaba de... ¡echar a volar!