Ilustración de Amparo Martínez
Aquella carretera moría en el acantilado del amor, como lo
llamaban últimamente. Elena conocía bien la historia... Ella deseaba otra
clase de amor, pero igual de sincero e incondicional: ansiaba los abrazos y los
besos de Manuel.
Manuel, Manuel, repitió al
sangrante atardecer que desbordaba el retrovisor de su coche.
Aparcó junto a la encina de la que
colgaba un columpio. Giró la llave del contacto, desconectando su apellido y su
orgullo.
No había nadie en la recepción de
aquel hotel de carretera. Levantó la mano, planeando a favor de la brisa
renqueante del único ventilador. A su espalda escuchó una voz cansada.
—¿Qué desea, señora?
—Busco a…
—No hay nadie hospedado aquí —atajó
el viejo.
Elena sintió la bravura de
las olas, la hostilidad del acantilado, el dolor de cada roca… en aquel rostro
ennegrecido que la escudriñaba desde la puerta.
—Abuelo, solo quiere conocer a Manu
—le sermoneó la joven que entraba con un niño en brazos.
—Ella los mató… Ella mató a tu
hermana y a Manuel —farfulló el viejo, golpeando el mostrador.
—Manu, mi cielo, esta señora es tu
abuela… —susurró la joven al pequeño.
—Pa… pa, papa...
—¡Hola, Manuel! Yo…, yo conocí a tu
papá.
Además de la ilustración o a pesar de la misma, este mes participo en Esta Noche te cuento con este microrrelato para el tema: "En aquel hotel de carretera".
Hola Petra, ¿qué tal estàs?
ResponderEliminarMe encanta tu ilustración.
Suerte con el concurso.
Un beso
Intrigante Amparo, suerte este mes y preciosa la ilustración muy sugerente, especialmente para temas más espeluznantes (jeje)
ResponderEliminarAbrazos
Hola Amparo.
ResponderEliminarMe has "acojonao", de verdad, me ha dado miedo. Aunque parece que tienes también un relato que siendo largo sería bueno también. Lo que más me gusta son las sensaciones de la protagonista, la fuerza del entorno, el acantilado, cómo marcan todo el micro. Suerte y un abrazo.